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¿Qué es la moda? (. . . ) corrientemente una forma de fealdad tan intolerable que nos vemos obligados a cambiarla cada seis meses. OSCAR WILDE

El Puente de San Sebastián

Domingo, 06 de Junio de 1999

Uno de los barrios más antiguos de Torredonjimeno fue el llamado barrio de San Sebastián, que se ubicaba al otro margen del arroyo que pasa al sur de la localidad, frente al Monte Calvario, también llamado Cerro de San Cristóbal. Un antiguo puente salvaba el hondo tajo que había practicado el arroyo al correr de los siglos. En el barrio extinto, del que sólo quedan referencias escritas y un leve recuerdo de los más ancianos que nunca jamás lo vieron, se alzaba la ermita de San Sebastián, también desaparecida. San Sebastián era otro de los santos que en el imaginario religioso-popular era defensa contra la peste y las epidemias. A mediados del siglo XVIII, la ermita estaba, según documentos de la época, arruinada y el santo había sido depositado en la Iglesia de Santa María.

El antiguo puente de San Sebastián se atribuía a los romanos, aunque otros quieren que se date en tiempos más recientes, tal vez en la Baja Edad Media. No obstante, hace unos años el puente estuvo a punto de desaparecer, y de no mediar la intervención de algunos vecinos de Torredonjimeno, amantes de su patrimonio, hubiera sido destruido totalmente. Se cegó hasta la mitad el ojo del puente al canalizar el arroyo por motivos de malos olores. Una desgraciada decisión que ha deteriorado el patrimonio histórico y arquitectónico.

Cuando se acometieron estas obras de canalización y cegamiento del puente, los vestigios de un antiguo molino harinero, denominado del Puente, al pie del Calvario, fue arrasado también por las excavadoras. Este molino había pertenecido a la cadena de aceñas de la Orden de Calatrava y databa de la Edad Media. Un dato anecdótico relativo a este molino es la muerte de Fernando José Delgado, un joven de 30 años que trabajaba allí, allá en el siglo XVIII. Una piedra de moler se escapó y le hirió una pierna que tiempo después le llevó a la muerte. Por vivir en la Collación de San Pedro, pero pertenecer a la de Santa María, la Parroquia de Santa María pidió permiso para recoger el cadáver en la jurisdicción de San Pedro y sepeliarlo en el suelo que le correspondía.

Texto de Manuel Fernández y Luis Gómez