La
antigua ermita de San Roque, hoy desaparecida, se encontraba en lo que
antaño fueron las afueras de la villa tosiriana. La ermita estaba
dedicada a San Roque, santo protector que en el imaginario
religioso-popular amparaba contra la peste. La antigua ermita contaba
con casa para el santero y su familia y tenía un pilar de aguas
caudalosas que todavía permanece en el emplazamiento original. El pilar
antiguamente se llamaba de Blasco, pero hoy se le conoce por el nombre
de pilar de San Roque. La devoción puede remontarse a finales de la Edad
Media, cuando se extendió la devoción por el santo francés, San Roque
por toda Europa. Según cuentan los más viejos, en las inmediaciones de
la antigua ermita se alzaba una cruz de gigantescas dimensiones que bien
pudiera tratarse de la Cruz de Humilladero.
Tan profundamente arraigada la devoción a San Roque
entre el vecindario, los vecinos levantaron en la década de 1.980 una
hornacina muy primorosa en la que se venera la imagen del Santo, y donde
no faltan los típicos exvotos del pueblo fiel que se los ofrenda al
santo en agradecimiento por favores.